FALLECE CARLOS 'EL CHICHARRERO', QUE VIVÍA DESDE HACE 20 AÑOS EN LA PLAYA DE LA VICTORIA DE CÁDIZ
Triste noticia en la capital gaditana, especialmente para los vecinos de la zona del Paseo Marítimo a la altura del edificio Reina Victoria. Ha fallecido Carlos, el hombre sin hogar que hacía esculturas de arena en la playa. Carlos el canario o el chicharrero, como se le conocía, pernoctaba en la playa victoria de Cádiz. Estaba muy desgastado y deteriorado y también sufría ataques de epilepsia
Tenía unos 57 años. No quería ir al albergue por las malas experiencias que tuvo. Era muy buen hombre pero de la humedad del lugar se le hacía notar en los huesos, también sufría de ataque epilépticos. Hace poco tuvo que ser hospitalizado porque al sufrir un ataque se fue a echar agua del mar y cayó y tuvo que ser rescatado por la Policía, el año pasado también vivió varios capítulos desagradables causados por hipotermia. Era atendido por Cruz Roja y calor en la noche.
La asociación Personas Sin Hogar con Derechos PESHO-D denuncia que el sistema de albergue es un fracaso por su provisionalidad y por el modelo en sí y sólo sirve para tranquilizar nuestras conciencias de ciudadanos responsables. ¿Hasta cuándo estaremos sin dar una alternativa de vivienda a personas que viven en la calle? Es difícil de entender que en una sociedad como la nuestra pasen estas cosas, cada vez estamos más acostumbrados a ver a personas sin hogar, pasamos a su lado. Y, muchos limpian su conciencia con el discurso de que quería vivir en la calle.
No quería caseta porque, decía, llamaría mucho la atención, y prefería sus sombrillas, al menos un trocito de techo durante el día y un rincón techado donde acudía por la noche a soñar con su isla querida. Más de una vez la Policía le salvó de morir ahogado por su epilepsia, pero seguía resistiendo. Ni él mismo sabía cómo. Era muy querido por los vecinos, le acercaban comida y se interesaban por él, pero los años de deterioro físico a la intemperie pasan factura.
Carlos es un ejemplo más del abandono de las personas sin hogar en nuestro país. ¿Cuántas muertes más se necesitan para remover conciencias (si es que la tienen) y dejarse de falsos discursos electorales, que se tornan en vacío cuando éstas pasan? Nuestro deber, aunque a veces creamos que hacemos poco, es seguir reivindicando los derechos de estas personas. Al menos siempre que tengan quien les escuchen, porque para nosotros no son invisibles. Que Carlos sea el último que fallece sin una mano para despedirse. Desde donde estés, Carlos, recibe nuestro cariño y nuestro deseo de que te sientas por fin libre. D.E.P.
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