LA MERITOCRACIA COMO EXCUSA PARA ELUDIR EL PROBLEMA DEL SINHOGARISMO, O EL DISCURSO FÁCIL DE QUE SON "VAGOS Y MALEANTES"

 Durante los últimos meses hemos estado escuchando mucho hablar del término meritocracia. A este debate se han sumado académicos, periodistas y representantes políticos de forma muy apasionada, lo que pone de manifiesto el carácter central que este concepto cumple en nuestra sociedad. 

El sistema tradicional de atención al sinhogarismo, el conocido como sistema en escalera, está fundamentado en esa idea de la meritocracia: 

Las personas en situación de sinhogarismo tienen que ir pasando por una serie de fases o peldaños (calle, albergue temporal, albergue media estancia, vivienda tutelada…), ir esforzándose por obtener objetivos de inclusión en itinerarios estandarizados, fijados y supervisados por profesionales (talleres de habilidades, búsqueda de empleo, adherencia a tratamientos…), para al final del camino, supuestamente lograr acceder a un hogar.  

Esto que puede parecer algo muy razonable incurre en una serie perversiones: 

La primera y fundamental es que no funciona para un importante porcentaje de personas, ya que el 44% de las personas en situación de sinhogarismo en nuestro país lleva 3 o más años en dicha situación. La segunda, que institucionaliza a las personas, las despoja de su dignidad, su autonomía y sus habilidades.  La tercera, que convierte el derecho a tener un hogar y otros muchos, en algo que “hay que merecer” y no en algo que sea inherente a las personas. 

El mito de la meritocracia es problemático, porque aunque discursivamente el esfuerzo tiene un papel fundamental, en la realidad no es así y el sinhogarismo es un perfecto ejemplo de ello.  ¿Alguien puede imaginarse el esfuerzo que requiere el mero hecho de seguir con vida viviendo en la calle? Cada día tener que buscar donde dormir o asearse, obtener alimento, ropa, no tener un lugar donde cuidar la salud, recuperarse de enfermedades y vivir el constante riesgo de sufrir todo tipo de violencias y discriminaciones. Un solo día nos extenuaría a cualquiera ahora imaginemos uno, tres o diez años en dicha situación. 

Por tanto, las personas sin hogar representan la inmeritocracia que se resume en que todo lo malo que les suceda se justifica basándose en tres cuestiones:  

Primero, la presunta falta de esfuerzo de esta persona por resolver su situación, que ya hemos visto que es falso, porque sí que se esfuerzan, pero que no hacen lo que técnicos y profesionales indican, como si el hecho de carecer de un hogar anulara la voluntad de las personas para ser capaces de tomar decisiones sobre su propia vida. 

Segundo, la presencia de características personales que no les hacen merecedoras de los derechos básicos, como son por ejemplo tener una discapacidad o  algún problema de salud mental. 

 Y, por último, presuntas o reales malas decisiones que han tomado estas personas y que justifican su situación y todo lo que les pase. La idea de que las personas pobres, las personas en situación de sinhogarismo, no tienen el derecho a fracasar ni a equivocarse. 

De vuelta al discurso fácil y simplista de que son "vagos y maleantes", para no buscar otras causas de fondo y quedarnos tranquilos. Tal vez deberíamos plantearnos si por algún capricho del destino todos o casi todos podemos vernos en esa situación.

https://hogarsi.org/la-inmeritocracia-de-quienes-sufren-el-sinhogarismo/

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