Vivir y morir en la calle
Francisco (Paco), de 57 años falleció una madrugada en pleno centro de San Fernando. Era una persona sin hogar y enferma, que hasta unos días antes había estado alojado en el Albergue Federico Ozonan (San Vicente de Paúl).
Cuando nos encontramos con Paco, nos sorprendió que estuviese de nuevo durmiendo en la calle y al preguntarle por qué no continuaba en el Albergue, su respuesta, que reproducimos textualmente por fidelidad a él, fue: “Me han echado a la calle ”. Desde ese momento comenzamos a realizar gestiones para buscar una solución a su situación y nos consta que también desde la Delegación de Servicios Sociales se trató el tema, pero lamentablemente no se ha podido evitar el fatal desenlace.
La muerte de una persona sin hogar no es significativa porque muera. Todos vamos a morir. Lo dramático son las circunstancias en las que muere: Solo, tirado en el suelo de una calle entre cartones, invisible, pasando gente alrededor sin que nadie se percate de su agonía, desesperación y soledad. Nadie debería morir así.
El pasado 21 de junio se firmó la Declaración de Lisboa, por las que instituciones y gobiernos de la Unión Europea y sociedad civil, ponen en marcha la plataforma europea con el compromiso de trabajar juntos por la erradicación del sinhogarismo, considerándose éste una prioridad social para Europa. Entre los objetivos que se contemplan se encuentra el siguiente: Nadie dormirá a la intemperie por falta de un alojamiento accesible, seguro y adecuado.
Nicolas Schmit, comisario europeo de Empleo y Derechos Sociales, ha declarado que “el sinhogarismo es la forma más extrema de exclusión social y no ha dejado de crecer en toda la Unión. Ha llegado el momento de actuar”.
La muerte de Paco nos tiene que llevar a una profunda reflexión social y a la toma urgente de medidas estructurales eficaces por parte de la administración competente, tanto para la creación de nuevos recursos, como de supervisión de los existentes, a fin de dar respuestas integrales al drama del sinhogarismo, como la forma más extrema de vulnerabilidad.
Ojalá que el sufrimiento de Paco y su trágico final sean semillas para erradicar el sinhogarismo y nos ayuden como personas y como sociedad a concienciarnos de la tragedia que cada día viven muchas personas que se encuentran en nuestras calles en su misma situación.
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